Los 5 Actos del Habla
En el lenguaje distinguimos cinco a seres humanos: pedimos, prometemos, ofrecemos, afirmamos y declaramos.
Esto lo vamos a ver en detalle más adelante en el programa pero desde ya me atrevo a hacer un pronóstico: cuando hayan visto estos cinco actos del habla, ustedes van a escuchar diferente, y se darán cuenta de que buena parte de nuestras dificultades en la vida tienen que ver, por ejemplo, con la incapacidad de pedir ayuda que tenemos muchos de nosotros, o de la confusión terrible que hay entre una declaración y una afirmación. Tener claras estas distinciones produce una liberación porque nos permite movernos de otra manera en nuestra vida.
Para comprender los Actos del Habla debemos tener presente que cada vez que yo hablo asumo un compromiso ante los otros o la comunidad. Asimismo, que el estilo de operar en cada acto del habla está vinculado con la identidad pública y privada que las personas forjamos.
Revisemos muy brevemente cada acto lingüístico.
a) Afirmaciones: En términos simples, podemos decir que las afirmaciones son proposiciones que describen lo que una comunidad ha consensuado; son los hechos o datos que una comunidad acepta como verdaderos. Por ejemplo: “hoy es jueves”; “éste lápiz es verde”; “esta sala tiene 5 metros de largo por 3 metros de ancho” o “Juan mide 1,80 metros”.
Las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas. Toda afirmación hecha responsablemente implica un compromiso de proveer evidencia, y esta evidencia va a ser siempre un acuerdo con quien escucha.
En el mundo de las afirmaciones, hay algunas que son verdaderas en un
lugar y no son en otro.
Las afirmaciones también pueden ser ciertas en algún momento y luego
dejar de serlo. Fíjense en el átomo, considerado durante décadas como la partícula más pequeña que podía existir, un concepto que ha sido largamente revaluado. O en el mundo medieval, donde era verdadera la
afirmación “El Sol gira en torno a la Tierra”.
La gran inquietud de que se hacen cargo las afirmaciones es
distinguir entre lo verdadero y lo falso.
b) Las declaraciones: Las declaraciones son el Acto del Habla a través del cual el lenguaje muestra todo su poder de acción. Cuando declaramos, creamos contextos de relaciones y posibles acciones. Una declaración es un Acto del Habla que nos permite generar un mundo diferente para nosotros y para las demás personas.
Tal como veíamos antes, al afirmar la palabra se adecúa a los eventos del mundo. En cambio, al declarar, decimos que el mundo se comienza a
adecuar a lo que hemos dicho.
Veámoslo en algunos ejemplos: cuando alguien declara “te perdono”, a partir de ese momento quien perdona se libera de rencor y, si el perdonado acepta el perdón, se libera de la culpa; cuando una autoridad declara la guerra a otro país, a partir de ese momento son posibles las acciones de guerra; cuando alguien dice “te amo”, el mundo para la otra persona cambia por completo; cuando una empresa declara querer controlar el 25% del mercado, a partir de esa declaración ocupar el 15% le resulta insuficiente; cuando alguien declara “No sé”, ha dado el primer paso para aprender.
Las declaraciones tienen que ver con la creación de un contexto nuevo. Si las afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas, las declaraciones pueden ser válidas o inválidas, y la validez de una declaración consiste en que la comunidad le ha otorgado la autoridad para hacer dicha declaración a la persona que declara. Por ejemplo que yo declare marido y mujer a una pareja es irrelevante, pero si la hace un juez (o la autoridad que designe un país) se torna en algo relevante y produce un efecto o un nuevo contexto.
Los juicios, un tipo especial de declaración
Entendemos los juicios como las apreciaciones, opiniones, interpretaciones o valoraciones que un Observador hace sobre algo. Al igual que el resto de las declaraciones, al emitirse genera una nueva realidad, cambia el mundo.
A diferencia de las afirmaciones, los juicios no son verdaderos o falsos, pues siempre cabe la posibilidad de que un observador diferente tenga una valoración distinta de las situaciones.
Es posible que donde un observador “A” juzga algo difícil, un observador “B” pueda juzgar esa misma situación algo fácil. Donde un observador ve éxito, otro puede ver fracaso. En fin, destacamos que ante un mismo hecho o situación, observadores diferentes pueden tener distintos juicios.
¿Cuál es la importancia de los juicios en las relaciones humanas?
Sostenemos que, a través de los juicios, las personas realizan valoraciones de sí mismos, de los otros y del mundo que determinan el ámbito de posibilidades de acción futura que tendrán.
Los juicios conectan el pasado, el presente y el futuro: se realizan en el presente a partir de experiencias e interpretaciones de experiencias pasadas que un observador tiene y su poder radica en que modelan el tipo de relación futura que tendremos con aquello que hemos juzgado.
Los juicios los consideramos un tipo de declaración, que puede fundarse o no fundarse basado en las siguientes categorías: se hace con un objetivo determinado, en un dominio preciso, recurriendo a un estándar, se sustenta en afirmaciones y se chequean las afirmaciones que podrían negar ese juicio.
Fíjense en este ejemplo. Pedro tiene dos trabajos, a los cuales llega puntualmente el 85% de las veces. ¿Se puede considerar que es puntual? En la empresa A es considerado puntual, pues el estándar allí es que una persona es puntual si llega un 80% de las veces a tiempo. Pero en la
compañía B, el estándar de cumplimiento es de 90%, por lo que allí Pedro es considerado una persona impuntual.
Un elemento importante a la hora de fundar los juicios es sustentarlos en afirmaciones. Retomando el último ejemplo, la afirmación que sirve para fundar el juicio de la puntualidad de Pedro es que, habiéndose comprometido a llegar a las 9 de la mañana, determinados días llegó antes y determinados días llegó después de la hora acordada.
El hecho de que Pedro sea o no puntual en su trabajo no dice nada sobre si es puntual en otros ámbitos, por ejemplo en el familiar: el dominio en que se le ha juzgado en este ejemplo es el laboral.
c) Promesas: Las promesas son un Acto del Habla que nos permite coordinar acciones con las demás personas. Cuando alguien hace una promesa se está comprometiendo a ejecutar alguna acción en el futuro.
Las promesas involucran dos momentos: el primero de ellos es cuando el orador la hace y es aceptada por el oyente. El segundo momento es cuando el oyente considera que fue cumplida la labor prometida según las condiciones de satisfacción establecidas. Allí se cierra la promesa.
Toda promesa tiene los siguientes elementos: un orador (quien promete); un oyente (a quien va dirigida la promesa); una acción a llevarse a cabo con determinadas condiciones de satisfacción y un factor de tiempo.
Si María se compromete con Alfonso a entregarle un trabajo el lunes al mediodía y éste acepta, la promesa termina cuando Alfonso ha recibido y aceptado el trabajo con todas sus condiciones de satisfacción.
Como para hacer una promesa se necesita del consentimiento mutuo de
ambas partes, existen dos posibilidades para iniciarla: a través de un pedido o de una oferta.
d) Pedidos: Un pedido es un acto lingüístico que responde a la inquietud
del orador y busca obtener una promesa de parte del oyente. Es en el momento en que el oyente acepta el pedido, donde se completa la acción de hacer la promesa. Si yo pido “Dame un café” y la otra persona dice “No”, ahí no se ha establecido ninguna promesa. Si en cambio, la respuesta es “Te lo doy enseguida”, se establece una promesa que tendría que generar sus condiciones de tiempo y de satisfacción.
e) Oferta: Una oferta es un acto lingüístico que busca hacerse cargo de la inquietud del oyente. Una oferta es una promesa hecha por un orador y que depende de la declaración de aceptación del oyente. Si el oyente no acepta, no se ha concretado una promesa. Pero si el oyente acepta el
pedido, la promesa hecha por el orador deberá cumplirse.
Tal es la importancia de prometer, pedir y ofrecer que nuestra capacidad
de acción, nuestro bienestar y nuestra identidad pública están directamente ligados a la forma en que pedimos, ofrecemos y nos comprometemos en los distintos ámbitos de nuestra vida personal y profesional. La incapacidad para pedir, prometer u ofrecer genera grandes dosis de sufrimiento. El resentimiento está vinculado a la actitud de “adivinen mis pedidos”; la frustración profesional a la actitud “descúbranme” porque considero indigno ofrecerme; y los reclamos a promesas mal formuladas o incumplidas.
Pedir, prometer y ofrecer son Actos del Habla que nos envuelven con la creación de un futuro, buscan que ocurra algo que no acontecería sin la petición, promesa u oferta.
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